martes, 20 de agosto de 2013

De ...Ericka Almestar


Leoncio fue en vida un hermosos Lop  Ear Holandés de pelo satinado rubio como el sol y, llegó a mi vida de la manera más curiosa ya que en realidad nunca había pensado en tener un conejito. En esos tiempos era adicta a ese juego de Facebook  llamado FarmVille y es ahí donde vi a la versión virtual de mi Leoncio y no pude dejar de relacionarlo con el Tambor de Bambi.

La verdad es que no sabía que existían conejos así ya que para mí todos eran blancos y de ojos rojos malévolos. Es así que empecé a indagar si aquí en Perú habían de esas bellezas y lo encontré. No lo compré en un Pet Shop porque siempre tuve la idea de que los vendían demasiado bebés y eso no era bueno; sino lo compré de un criador. Lo contacté y fui a  verlo. Leoncio y yo tuvimos un amor a primera vista. Tenía tan sólo tenía 25 días de nacido pero su belleza y rudeza me cautivaron. Sí, rudeza, no era tierno, tenía mirada fuerte y fija e instantáneamente supe que éramos el uno para el otro.

En esa época vivía sóla y lejos de la familia así que Leoncio rápidamente se convirtió en el Rey de la casa y andaba suelto todo el día. Desde pequeño tuvo una personalidad sin igual. Era vivaracho, curioso, noble y se podría decir que hasta igualado. Él pensaba ser humano y yo conejo porque compartíamos todos los espacios juntos, dormíamos juntos, veíamos televisión juntos y hasta una vez se saltó a la ducha cuando me bañaba así que se podría decir que hasta nos bañábamos juntos.

 
Leoncito hizo mil y una travesuras en casa. Yo siendo totalmente ignorante de su capacidad de roer y morder todo, no tomaba las precauciones debidas y se comió carteras, zapatos, botas, cables de celular, audífonos de iPod, la esquina de la pared de la sala y, hasta el enchufe del frigider. Aun nos preguntamos cómo pudo separar el cable totalmente sin electrocutarse ni causar un incendio pero así era él: astuto, inteligente y audaz.

Nunca le tuvo miedo a la gente desconocida sino más bien aprovechaba su calidad de peluche animado para acomodarse en los brazos de cualquier incauto/a que lo encontrara adorable. Supo sacar muy buen provecho de lo guapo que era y ganarse el corazón de todos en mi familia, de mis amigas, amigos y hasta de mis alumnos del colegio que casa jueves reclamaban su presencia en nuestra aula. Aunque esos días mantener el orden y disciplina en el salón era imposible, ellos disfrutaban de su presencia y Leoncio de las caricias y los brazos.

Nunca pensé llegar a amar a un animalito de la manera en que amo a este conejo. Y, aunque murió hace dos días, miro su jaula y aun quiero  pensar  que está revoloteando por ahí, o comiéndose una papita amarilla del verdulero de mi mamá. Es cierto lo que dicen, a los animales sólo les falta hablar, Leoncio sabía si yo estaba molesta o triste, sabía cuando subir a mi cama y cuando echarse debajo, sabía que no debía ensuciar y sobretodo, corría alrededor de mis piernas con una alegría total cuando me sentía llegar a casa.

Yo sólo puedo decirles que él siempre será mi AMIGO FIEL, ese amigo fiel del que se habla en Toy Story. Ese amigo que siempre está ahí y por el cuál se me caen las lágrimas ahorita que lo recuerdo. ¡Leoncio era genial!

Mi Papatilo, ya no está con nosotros pero siempre lo recordaremos y lo llevaremos en nuestro corazón. Es increíble cómo él se pudo llevar un pedacito de mí con su partida, es como si de un  momento a otro me sintieras incompleta. Pero es que no sólo era un conejo sino era mi compañero, mi amigo, mi compinche.

 

 

1 comentario:

  1. Myriam, gracias por haberme proporcionado un espacio de tu blog para poder escribir acerca de mi Leoncito. Te agradezco inmensamente habernos recibido el domingo para atenderlo y proporcionarle los primeros auxilios. Siempre te tendremos presente no sólo por ser buena veterinaria sino por tu calidad de persona. Dios te puso en nuestro camino por algo. Un beso enorme

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